La lengua es un sistema de representación de la realidad. La lengua hablada es un sistema de representación primario: cuando decimos mesa, todos los que entendemos el castellano nos representamos mentalmente el objeto de la realidad.
Hace varias decenas de miles de años, el hocico de nuestros antepasados homínidos se acortó y estiró la faringe, haciendo descender la laringe. Estos cambios posibilitaron que la lengua se moviera hacia arriba y hacia abajo, hacia delante y hacia atrás, creando cavidades de resonancia de distinto tamaño y en diferentes puntos.
El hombre comenzó a articular sonidos con los órganos de fonación: el aire procedente de los pulmones salía por la boca y la nariz. En el caso de los sonidos vocálicos, el aire salió libremente y haciendo vibrar las cuerdas vocales; en el caso de las consonantes, la salida del aire quedaba parcial o totalmente cerrada por la glotis, la faringe, la úvula, el paladar y la lengua, los labios, los dientes, los alveolos y la nariz.
Y así transcurrieron decenas de miles de años, hasta que en el IV milenio a. de C., en dos puntos de la Tierra (Mesopotamia y Egipto), el hombre comenzó a fijar la lengua hablada por medio de pictogramas, es decir, dibujos. Nació así la escritura, que es un sistema de representación secundario: no representa la realidad, sino otro sistema de representación, la lengua.
Hablando de este tema con mi amigo Javier, surgió una duda, enriquecedora como todas las que él expone: ¿es seguro que cuando leemos sin pronunciar estamos imaginándonos ante todo los sonidos y no la realidad representada por los sonidos? En el libro Historia de la escritura, de Andrew Robinson, pág. 17, he encontrado esta respuesta tajante:
"La escritura y la lectura están íntimamente ligadas al habla, ya sea moviendo los labios o sin moverlos. Los caracteres chinos no hablan directamente a la mente sin la intervención del sonido, a pesar de que tanto los chinos como muchos eruditos occidentales llevan siglos afirmando lo contrario. [...] Ferdinand de Saussure, el fundador de la lingüística moderna, dijo del lenguaje que es comparable a una hoja de papel. «El pensamiento está en una de las caras, y el sonido en la otra. De la misma manera que es imposible coger unas tijeras y cortar una cara de una hoja de papel sin cortar al mismo tiempo la otra, también lo es en el idioma aislar el sonido del pensamiento, o el pensamiento del sonido.»"
Este conocimiento tan elemental (la lengua nació como y es un acto de habla, y la escritura es secundaria, vino mucho después) sigue siendo desconocido para la mayor parte de la gente alfabetizada, comenzando por académicos de la lengua y demás eruditos, que siguen metiéndose con los andaluces, por ejemplo, con argumentos como éste: "Es que si se escribe así, ¿por qué no lo pronunciáis así?" La pregunta debería formularse justamente al revés: "Si se habla así, ¿por qué no se escribe así?" La respuesta a esta última pregunta está en la Historia, pero se ve que la vagancia les ha impedido encontrarla.
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